“Yo lo presentía leyendo a Hernández. Un tipo humano definido, con sensibilidad aflorando en el mentón, en los ojos y en la raleada barba. Un día lo vi. Se desarrollaba una yerra en general Madariaga y acertó a pasar junto a un palco. Lo llamé. Lo fijé en la tela con la fruición de quien se da, de bruces, con un tesoro escondido. Así nació mi Martín Fierro” Juan Carlos Castagnino
En 1962 la editorial Eudeba publica una reedición del poema Martín Fierro de José Hernández (1834-1886), con ilustraciones de Juan Carlos Castagnino (1908-1972). Esta experiencia resulta un fenómeno editorial inédito que impacta sobre la representación visual del texto y el imaginario social sobre el campo, su paisaje y sus habitantes.
En la obra dedicada al texto de Hernández, Castagnino rompe con la representación tradicional, criollista y conservadora del gaucho, en la cual el poema resume la identidad nacional. Sus ilustraciones emergen de una observación sensible y real del hombre de campo y de una lectura del texto como poema social cuyo mensaje denuncia la injusticia y opresión que sufre el pueblo. Esta tarea permite al artista crear un nuevo “texto” en el que confluyen su historia personal, su profundo humanismo y sus ideas estrechamente unidas al comunismo. Por haber logrado plasmar estas ideas, interpretando la realidad de su pueblo, más allá del registro de color folklórico, el artista constituye un caso paradigmático en la larga historia de ilustraciones del poema.
Castagnino se apropia del texto y descubre, en cada etapa creativa, nuevas significaciones. Su infancia en Camet, localidad de chacras y sembradíos próxima a Mar del Plata, a pocos kilómetros de la estancia donde coincidentemente vivió Hernández durante cuatro años, marca el lugar de pertenencia al que regresaba por largos períodos, reencontrando el paisaje y la gente de los cuales había partido su inspiración primera.
Las ilustraciones del pintor expresan la actualidad de los ideales de Hernández, aunque él seleccione y omita según su propia lectura, anclada a su momento de producción. Piensa en los trabajadores del campo y las fábricas, en los reclamos, la fuerza y el sufrimiento del proletariado. Pintor y poeta se vuelven así “astilla del mesmo palo”, observadores de una realidad que emerge y se repone, y artífices de un aliento transformador que trasciende el hecho estético.
Esta selección de obras inéditas, que hoy llega al Centro Cultural del Bicentenario de Santiago del Estero, conforma una pequeña muestra del trabajo que Juan Carlos Castagnino realizó entre 1960 y 1962 buscando esos rostros y paisajes que representaran su visión del poema.
Curadora
Mariana Castagnino