EXPOSICIÓN PERMANENTE
La ALUMBRADA es un ritual fúnebre que se desarrolla cada 1 y 2 de noviembre, para el día de todos los Muertos en el calendario litúrgico católico, aunque también involucra la cosmovisión indígena a, constituyendo una manifestación identitaria de la Mesopotamia santiagueña.
Es un acontecimiento social y un mandato cultural de dimensiones festivas acudir desde lejos a alumbrar ( prender velas, llevar _lores, comida, reunirse) en las tumbas de los seres queridos fallecidos, durante la noche en los cementerios rurales y de díá en los surbanos.
Se establecen en una relación de propiedad, los muertos “con dueño” son aquellos que son alumbrados y sus tumbas cuidadas, manteniendo viva la memoria del difunto, a través de la metáfora de la luz.
Se entiende la muerte como una continuación de la vida terrena, y se cree que los muertos tienen el poder tanto de producir beneficios como de volverse peligrosos. La contraparte de esta relación de reciprocidad, sería que éstos protejan y no molesten a los vivos, actuando según Grosso, como un gesto de conjuro para mantener satisfechos y a distancia a los muertos. Como todo ritual, intenta ordenar y remendar lo que la muerte quiebra en el tejido social, instalando ciertas normas y valores que se traducen en performance o proceso o dramatizaciones.
Citas de O. DiLullo, J.L.Grosso, M. Pelegrin,
Maríá Cecilia Teruel
El REZABAILE es una celebración con motivo de cualquier festividad religiosa, como también en cumplimiento de promesas, pedido de gracias o milagros, hechas a los santos o a la virgen.
Es una tradición muy popular en la zona rural. Se alternan los rezos y oraciones con el baile y la música. Generalmente se realizan en las casas de los “dueños del santo “(síndicos de las imágenes) o de los promesantes, como una ofrenda gratuita a la comunidad.
Las rezadoras recitan sus plegarias y alabanzas recogidas en tradición familiar. Asisten los devotos, los vecinos, los peregrinos y la comunidad de la zona se reencuentra. Cada tanto se interrumpen las oraciones para bailar al ritmo de los bombos y disfrutar de la comida y bebida ofrecida con generosidad.
La música -y los bombos en particular- tienen la capacidad de rescatar la memoria rítmica y emocional y participar de cierto paganismo de la tradición indígena local asumida como lo “otro”.
Estas fiestas como experiencias de comunidad son parte del tiempo sagrado, que implica un salir del orden de la vida cotidiana, del aislamiento propio de los tiempos de producción. Se interrumpe la linealidad temporal para entrar en esta especie de marginalidad o pasaje donde aflora lo indio dramatizado en los rituales.
Hay en estas comunidades un ritmo periódico recurrente en cruzar ese umbral que separa los tiempos ordinarios de los sagrados festivos.
La sıń tesis de sentidos que se dá en estas fiestas resuelve el conflicto entre lo religioso y la memoria ancestral, entre lo “argentino “ y lo indígena , y muestra como los santiagueños del monte se representan a sı ́mismos.
(citas de O. Di Lullo, J.L. Grosso , M. Pelegrin, B.Canal Feijoo, G. Gadamer )
Maríá Cecilia Teruel
Fotografıá en sala: Archivo de registro documental fotográ_ico:
Gustavo Tarchini
Montaje y Curadurıá de exposición:
“Tradiciones y Costumbres Populares de Santiago del Estero, Alumbrada y Rezabaile:
Elda Munar / Beatriz Yunes
Archivo fotográ_ico en videos:
Jorge Juan
Video documental “El Velorio, Villa Salavina”:
Jorge Juan
Sonido de sala, archivo:
Jorge Juan
Escondido del Rezabaile:
Letra y Música:
Trejo / Arnedo / Faro
Intérpretes
Los Manseros Santiagueños
Diseño Gráfico:
Marité Martinetti