El museo de Bellas Artes Ramón Goméz Cornet
El museo de Bellas Artes Ramón Goméz Cornet muestra su patrimonio conformado por obras de artistas santiagueños, nacionales y europeos. El objetivo es comunicar saberes y difundir producciones que incidieron en la constitución de la escena cultural desde principios del siglo XXI.
Este grupo de obras analiza el modo en el que el arte actúa como dispositivo ideológico para definir nuestra cultura y representarnos como nación. Nos enorgullece destacar el aporte que Gómez Cornet y la Brasa hicieron desde Santiago del Estero.
En esta muestra, podemos distinguir tres ejes: pinturas de autores europeos, la conformación de un arte nacional y obras de artes nacionales. El primero, son pinturas de corte académico que marcaron la influencia clásica obligada en la formación de los artistas argentinos durante el siglo XIX y principios del XX.
El segundo eje se refiere a la formación de un arte nacional en la primera mitad del siglo XX. La nación en los años 1980 tenía un discurso hegemónico, además, valoraba al arte extranjero sobre el local. Se constituyó el nacionalismo basándose en un discurso nacional y provincial para revalorizar lo propio: la identidad regional, los mestizos y el paisaje. (Generación del Centenario, La Brasa). En estas destacadas obras sobresalen las de Ramón Gómez Cornet.
Finalmente, el tercer eje está conformado por obras de maestros nacionales de los años 1950. Estas conforman un grupo heterogéneo y son similares a los movimientos modernos. Se caracterizan por tener un compromiso político y social en la búsqueda de articular el arte y la vida, y el arte y la política durante esa década.
Ramón Gómez Cornet (1889-1964) inicia con sus obras de arte en las vanguardias europeas de principios de siglo XX y es considerado un precursor de estas en territorio argentino a partir de su exposición con obras modernas de construcción cubista, en 1921.
Una década más tarde, cambia completamente su pintura para consagrarse en la representación de los hombres, mujeres y niños de su tierra. Al mismo tiempo, se convierte en uno de los exponentes más reconocido de la pintura argentina.
“Se pinta mejor lo que se conoce”. Prueba de ello es su obra “La Urpila“ la cual adquirió el Gran Premio XXXVI del Salón Nacional de Artes Plásticas en 1946-47. En esta obra resume su carrera: presenta una gran figura moderna en clave local. La pintura tiene colores terrosos de sentido simbólico la cual condensa la influencia de sus estudios europeos. La niña, de rostro mestizo, muestra dignidad y recato en su pobreza y soledad.
Destaca en sus figuras cierta espiritualidad, ternura y sobriedad que reflejan un cierto aire aristocrático que quiere reivindicar la esencia de la identidad nacional.
Obras de autores europeos, franceses y españoles e incluso argentinos trabajando en Europa muestran un realismo academicista. Esta escuela clásica fue un modelo a imitar por muchos artistas que replicaron el modelo europeo como propio de la generación del 80. Estos pintores valoraron lo extranjero como señal de civilización y superioridad cultural.
Obras de maestros a nivel nacional datadas a partir de 1950. Si bien conforman un grupo heterogéneo son cercanos a los movimientos modernos.
Durante la primera mitad de los años 1900, Ricardo Rojas, un conocido escritor tucumano, habla de la ruptura de la identificación pampa-patria. A los argentinos se nos identificaba con solo una parte de nuestro país, las pinturas eran de paisajes llanos y se valoraba a la cultura europea por sobre la nuestra. Los artistas nacionales comenzaron a incorporar paisajes de nuestro país: el norte argentino, la región andina y la perdurabilidad de los mestizos en nuestra cultura originaria.
Algunos autores definen a esta corriente como Americanismo o Arte nacional. Se generó un relato heterogéneo y se combinó la atracción de la tradición, el paisaje y la cultura propia americana con lo nuevo de los modos estéticos y las vanguardias vigentes en la época.