EL PENSAMIENTO DE LOS SANTIAGUEÑOS, SIGLOS XIX AL XXI
Arq. Rodolfo Legname
“La escritura santiagueña parece tener una intencionalidad de decir-se recién a finales del siglo XIX en las “Siluetas Santiagueñas” de Pablo Lascano o la “Memoria Descriptiva” de Lorenzo Fazio, no sólo un “decirse”, sino un decirse para los otros.
El siglo XX se abre con un desvelamiento de lo popular de la mano de Andrés Chazarreta en su recopilación de danzas y canciones populares y de “El País de la Selva” de Ricardo Rojas, que da cuenta del universo mítico santiagueño.
En los dos cuartos centrales del siglo XX, surgen el oficio de la historia, el interés por las culturas locales y el pensar. Andrés Figueroa, desde la Revista del Archivo, será continuado por los intelectuales de La Brasa: la escritura de Di Lullo, la reflexión de Canal Feijóo y la exhumación de la civilización chaco-santiagueña por los Wagner.
Es el momento de enunciación de lo que pudiéramos llamar el “canon” santiagueño, difundido durante todo el siglo XX desde los museos y los institutos de formación, y que contribuirá a definir los modos en los que se auto-percibieron los santiagueños del siglo XX. Las escrituras de Alen Lascano, Achával, los Martínez Moreno y tantos otros son continuidades discursivas de esa escritura fundacional.
Desde la literatura y el folclore, las voces de Clementina Quenel, Blanca Irurzun, o Julio Argentino Jerez hablarán del mismo tema del desahucio de la tierra y la nostalgia, que asoman en toda la producción santiagueña.
Hacia los años ’60 Francisco René Santucho abre una visión indigenista desde lo social y lo político, que encontró su correlato popular en el Alero Quichua Santiagueño impulsado por Sixto Palavecino y Felipe Benicio Corpos entre otros, mientras Domingo Bravo sistematizaba el quichua santiagueño. Veinte años después, Raúl Dargoltz revisará los procesos productivos santiagueños interpretando los fracasos provinciales como acciones de un poder externo y centralista.Finalmente, el siglo XXI dará a pie a nuevas lecturas: la articulación de la producción cultural popular con la académica en las breves biografías armadas por Teresa Pappalardo; la relectura de los procesos del poder en el siglo XIX llevados a cabo por María Cecilia Rossi y acompañando esas lecturas, la mirada sobre la subalternidad planteada por Marcelo Ahumada. Unos caminos por donde circula la actual comprensión de los santiagueños”.