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  • PERÍODO HISPANO INDÍGENA

    Aproximadamente entre 1.543 a 1.767d.C.

    La historia cultural de Santiago del Estero es muy rica en acontecimientos y manifestaciones que se transforman en reliquias arqueológicas

    El periodo Hispano–Indígena, comprende el lapso posterior al descubrimiento en el cual los aborígenes aún no habían sido conquistados y conservaban sus propias culturas.

    Dos son las zonas por donde más intensamente se irradió la conquista: la primera fue la que tomó como centro el asiento de la ciudad de Santiago del Estero en las márgenes del río Dulce y se extendió hacia el actual departamento Río Hondo, siempre por sobre el río y también hacia el sur. Por esa superficie se inicia la colonización (1550) y toman contacto con los poblados indígenas como Tipiro, Manogasta, Soconcho, etc.

    La segunda zona es la que se ubica geográficamente en el sector central del río Salado, tomando como foco el antiguo poblado indígena de Matará y por ambas márgenes del río hacia el Norte y Sur. Este sector estaba densamente poblado por grupos nativos, instalados en aldeas.

    Es en la zona de Matará y aledañas, donde se localizaron restos de cultura material, en especial alfarería de dos tradiciones: una netamente indígena, la correspondiente a “Averías” y la otra la “Hispano-Indígena”, resultado del contacto de la tradición cultural indígena con la tradición cultural europea-española.

    El entronque de ambas, su fusión, aunque con pautas diferentes, dio como producto cultural una alfarería que contó con materia prima y mano de obra autóctona y dirección española para la forma y diseño.

    Las formas clásicas fueron botellones, candeleros, veleros, platos, jarras, cazuela, tapas de ollas.

    Sus motivos decorativos pertenecen a la etapa artística señalada; además se advierten corrientes de arte persa en el estilo acintado que aparece pintado en algunas piezas y fragmentos encontrados.

    Este extraordinario fenómeno de difusión cultural, hecho posible gracias a la dinámica de la transculturación, se explica por la transmisión indirecta. Expresiones de la cultura persa fueron tomadas por los árabes que las introdujeron en España. Los conquistadores españoles, a su vez, fueron los portadores de esas expresiones culturales a América, donde las volcaron en el medio indígena.

    Con respecto a los indígenas de ese momento, cabe señalar que, según los testimonios sobre todo etnohistóricos, coexistieron dos grupos; unos fueron los portadores de la cultura Averías ya descripta, a quienes los estudiosos los designaron con el nombre de Tonocotés, por su lengua. Los otros, fueron los grupos de indígenas que se encontraban penetrando en el territorio: Lules, quienes, desde Jujuy a Santiago del Estero, invadieron y destruyeron a las tribus sedentarias preexistentes, asentándose luego.

    Fue a ellos, Los Lules a los que se debió la transculturación en cuanto a costumbres y lenguas, como es el caso de la de los Tonocotés de Santiago del Estero. Los estudiosos de este problema, señalan que los Lules probablemente integraron una gran unidad lingüística con los Vilelas. Muy a menudo fueron confundidos con los Tonocotés, con quienes se mezclaron después de invadirlos. 

    Los Lules y Vilelas

    Origen y Ubicación

    Antes de la llegada de los españoles, grupos de pueblos huárpidos chaqueños comenzaron a desplazarse hacia el oeste y hacia el sur, empujando y sometiendo a las tribus allí asentadas. Los pueblos encontraron a la comunidad denominada Lule, al sur de Salta, norte de Tucumán y noroeste de Santiago del Estero. Los Vilelas aparecieron recién en las crónicas españolas luego de la expedición al Chaco, realizada por el gobernador Ángel de Peredo a mediados del siglo XVII. Probablemente fueron de la misma familia de los Lules que no emigraron hacia el sudoeste.

    Aspecto físico:

    Los Lules –Vilelas eran altos y delgados. Los hombres andaban desnudos o usaban una especie de pollera de plumas de avestruz y las mujeres se cubrían con una especie de delantal tejido con fibra gruesa de chaguar.

    Usaban el pelo largo y solo se lo cortaban en caso de luto o de enfermedad. Se perforaban las orejas para colgarse de ellas hilos de diversos colores. En las celebraciones, los hombres se pintaban el cuerpo con manchas como el tigre y las mujeres se coloreaban la cara de rojo y negro.

    La lengua:

    La lengua de Los Lules y Vilelas (estudiada por el padre Antonio Machoni), eran similares, de fonética sencilla y con acentuación por lo general aguda.

    En la mayoría de los casos el adjetivo se posponía al sustantivo y no tenía número gramatical, aunque el sufijo “il” solía usarse como plural. El sistema de numeración era de raíz doble. Por un lado, cuaternario, es decir sólo cuatro numerales independientes; el cinco se expresaba con los dedos de la mano; el diez con los dedos de ambas manos y el veinte con los dedos de manos y pies. A partir de allí, el sistema era vigesimal.

    Los Sanavirones

    Origen y  ubicación:

    Los Sanavirones se ubicaban al sur de los Tonoctés, en lazona baja del río Dulce hasta la laguna de Mar Chiquita. Por el norte llegaban hasta el Salado, en la región del actual departamento Aguirre, por el oeste hasta las  sierras de Sumampa y por el sur hasta el río Primero, en Córdoba. Su origen era posiblemente húarpido chaqueño, mezclado con grupos brasileños.

    Aspecto físico:

    De estatura mediana, vestían una especie de camisetas y gorrostejidos.

    Lengua:

    Su lengua fue poco estudiada. Sin embargo quedan algunos topónimos originarios en la misma, como Sumampa (“mampa” en lengua sanavirona significa “agua que corre” y “su”, sería  la abreviatura de la voz quichua “súmaj” que quiere decir “lindo”), Cantamampa, etc.

    También se conoce el significado de otras palabras como sacat: “pueblo” y chavara: “cacique”.

    Los  Guaycurúes

    Conócese con el nombre de Guaycurúes a una extensa familia linguistica compuesta por una serie de pueblos que habitaron en la inmensidad del Chaco con penetración en el noroeste santiagueño.

    Aspecto físico:

    En los primeros tiempos hispánicos los Guaycurúes fueron conocidos como los frentones, dada la costumbre que tenían de raparse la parte anterior de la cabeza, dando así la falsa impresión de tener una frente más grande. Los Guaycurúes eran altos y de fuerte complexión, de ojos más bien pequeños y negros, de pelo liso y nariz larga y aguileña.

    Los Abipones:

    En el área de los Guaycurúes y de los Sanavirones, se encontraban también los Abipones, originariosde la costa del río Bermejo. En territorio del Chaco, fue fundada en el siglo XVII la primera reducción de estos últimos, que luego en el siglo siguiente fue trasladada a orillas del río Dulce, cerca del actual ciudad de Sumampa, con el nombre de Purísima Concepción de la Nueva Reducción de los Abipones. Eran altos y bien formados. Su nombre proviene de “avapone”, que quiere decir “hombre hediondo”, mote asignado por los Chiriguanos, pueblo que sometió a los Matacos(indios chaqueños). Los aliados de los Abipones fueron los Mocovíes que originariamente vivían en las fronteras de Tucumán, pero cuando adoptaron el caballo atacaban permanentemente las ciudades. Santiago del Estero sufrió sus desbastadores malones. Los pueblos de indios con los que se encontraron  los españoles en sus primeras incursiones por territorio santiagueño fueron: Conso, Maquijata, Collagasta, Tuama, Manogasta, Soconcho y Salavina. Sin embargo las agrupaciones eran muchas más y los españoles las fueron descubriendo con el transcurso de los años.

    Los Cacanos o Diaguitas

    La zona histórica de los Diaguitas tuvo por encuadre geográfico el sudoeste de Salta, Catamarca, oeste de Tucumán, la Rioja, norte de San Juan y en Santiago del Estero, las Sierras de Guasayán. Zona homogénea constituida por sistemas geográficos independientes entre sí, lo que posibilitó el asentamiento en numerosas comunidades que ocupaban quebradas y oasis.

    La cultura de los Diaguitas (por naturaleza) fue la que alcanzó mayor desarrollo y complejidad en el territorio argentino. Tuvo una elevada organización socio-económica, aspecto que llevó a una intensa dinámica a ese pueblo sedentario, agricultor y recolector que practicó además la caza. Una actitud positiva les permitió relaciones y contactos con otros pueblos; el comercio o trueque alcanzó gran importancia. El elemento común fue su lengua el caca o cacán; sus creencias los llevaron a adorar el sol, el trueno y el relámpago.

    ETNOGRAFÍA CHAQUEÑA

    Las piezas en exhibición integran la colección Gancedo y por su naturaleza, son elementos constitutivos de la cultura de los grupos indígenas chaqueños: Vilelas, Abipones, Matacos, Tobas, Mocovíes, los que penetraron al territorio santiagueño en los siglos XVII y XVIII, transitándolo e instalándose por las márgenes del río Salado y también en un sector del Dulce, a pesar de que, posteriormente una línea de frontera militar los controlaba.

    En sus costumbres adoptaron de los españoles, el caballo y el hierro en sus armas, las que emplearon para depredar a las poblaciones y estancias de la Campaña.

    Algunos grupos fueron reducidos por los Jesuitas y otros por las tropas.

    En su mayoría, sus piezas sonde carácter utilitario, armas y prendas de vestir ya confeccionadas.

    Su valor documental es destacado por lo que aporta al conocimiento de los indígenas históricos de la región Chaco-Santiagueña

    – Los aborígenes Santiagueños antes de la llegada de los españoles

    Primitivamente, la parte del territorio en que se fundara la ciudad de Santiago del Estero, fue conocida como región de “Los Juríes”. Luego, y por extensión, se llamaron así también a los indígenas que vivían en la región.

    Cuando llegaron los conquistadores españoles a estas tierras, las encontraron densamente pobladas por grupos aborígenes, de procedencia, de vida y de lenguas distintas. Sin embargo, las confundieron entre sí y los designaron genéricamente “juríes”.

    El término “Juríes” se empleó siempre con un sentido más geográfico que étnico, aplicando indiscriminadamente a todos los indígenas que los primeros colonizadores hallaron en la región de la llanura, en las cuales se hicieron las primeras fundaciones.

    Este nombre proviene de xuri, voz quichua que significa ñandú, denominación que les dieron a los nativos que vestían con una especie de taparrabos de plumas de avestruz y que se desplazaban en verdaderas “bandadas”.

    Pero, con el mejor conocimiento que luego se logró a raíz de la fundación de la ciudad y la subsiguiente encomienda de los aborígenes, pronto se comenzó a diferenciar y a llamar por su propio nombre a cada uno de los dos pueblos que en buena o mala manera convivían en la llanura: Lules, el elemento nómade e invasor y Tonocotés a la población sedentaria e invadida.

    Aproximadamente en 1575, el término de “Juríes” comienza a caer en desuso y pronto ya solo se empleaba los correspondientes etnónimos en su lugar.

    Con respecto al número de aborígenes que habitaban el suelo santiagueño se consideraba que en 1.583 tenía cerca de 12.000 aborígenes y 270.000 naturales para toda la región de Tucumán.

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