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  • SALA CAPITUTAL

    Recrea el espacio de reunión dentro del cabildo.

    El cabildo era un organismo colonial que se encargaba de entender y resolver los problemas judiciales, políticos, civiles, económicos y sociales de la comunidad. Era “la institución” por excelencia. Cuando se realizaba la fundación de la ciudad, una vez delimitado el espacio de la plaza, se especificaba cuál iba a ser el del cabildo. De allí la expresión “no hay ciudad sin cabildo, ni cabildo sin ciudad”.  Hoy su correlato es la municipalidad.

    La austeridad del mobiliario de esta sala nos habla de un modo de vida sin esplendor, especialmente hacia a fines de siglo XVIII, cuando Santiago perdió la centralidad de la gobernación y pasó a depender de Salta. La simpleza de este lugarnos genera la sensación de que aquí “nunca pasaba nada”. Sin embargo, este espacio evoca un momento de gran significado para la historia local. Nos remite al convulsionado mes de junio de 1810 cuando el único cabildante presente, el alcalde Domingo Palacio, recibe una circular que daba cuenta de la revolución iniciada en Buenos Aires. Hoy, diríamos que la noticia llegó con unos quince días de retraso, pero debemos tener en cuenta que ese era el tiempo que le demandaba llegar a un chasqui, a todo galope, cubrir el trayecto desde Buenos Aires hasta Santiago del Estero.

    Semejante anuncio, alteró la paz cotidiana y exigió la presencia del resto de los cabildantes. Estos se encontraban cuidando asuntos privados en sus estancias, atendiendo la producción de sus tierras y el trabajo de los indios encomendados.

    Por un tiempo el asombro y el desconcierto reinaron. Mientras llegaban noticias de una contra revolución en Córdoba se debía esperar directivas desde Salta.  Hasta tanto la pregunta fue“¿qué hacemos?”.

    Imaginemos en esta sala la tensión en aumento. Un ir y venir de cabildantes. Discusiones, voces en alto y el recelo entre grupos de españoles y criollos. Se desconfiaba de la verdadera intensión revolucionaria de los funcionarios del cabildo santiagueño al nombrar a Juan José Lami como diputado para la junta porteña. El primero en oponerse fue Juan Francisco Borges, firme opositor al dominio de los españoles. Llevó su reclamo a tal punto que la Primera Junta dio lugar a su pedido y se ordenó una nueva votación.

    En paralelo, la llegada al territorio provincial de Juan José Castelli, al frente del Ejército revolucionario, terminó de impulsar los ánimos para que muchos santiagueños se volcaran a favor de la revolución. Algunos lo hicieron cedieron una suma de dinero o recursos materiales y otros entregaron a sus esclavos al servicio del Ejército.

    En tanto, Juan Francisco Borges anuncia la formación del Cuerpo de Patricios Santiagueños, una fuerza de 317 hombres costeado y disciplinado por él mismo. Este batallón pasó a integrar el Ejercito del Norte. Este cuerpo, orgullo provincial, es la Guardia de Honor que escolta actualmente al Gobernador en los actos oficiales y es también custodio del edificio del Centro Cultural Bicentenario.

    Lic. Alicia Guebel

    Evoca el lugar donde el 29 de junio de 1810, se decidiera el apoyo de Santiago del Estero al proceso revolucionario iniciado en mayo, en Buenos Aires; una vez conocida la postura de Salta, ciudad de quien dependía.

    Las Salas Capitulares constituyen el lugar donde en el siglo XVIII, se reunían los gobernantes con sus cabildantes y alcaldes para debatir cuestiones políticas, económicas y judiciales de la cuidad.

    El Cabildo santiagueño (institución clave en el contexto revolucionario de mayo) estaba ubicado en la esquina de Libertad y Tucumán y era conocido como “la Casa del Cabildo”“Casa Real”“Casa Consistorial o Capitular” y, también, “Casa del Ayuntamiento”. Esta institución fue la sede de las autoridades durante la dominación de la Corona Española y continuó siéndolo después de 1810 hasta que Juan Felipe Ibarra trasladó dicha sede a la esquina de Avellaneda y 25 de Mayo por el peligro que significada el edificio en ruinas.

    El Cabildo se levantó en terrenos que pertenecieron a Doña Margarita Xeres y Calderón, viuda del Capitán Don Luís Antonio Medina y Garnica y que fueron comprados hacia 1702 cuando se mudó la ciudad y se trasladó la plaza central hacia aquel lugar. Bajo la denominación de Cabildo se concebía también al conjunto de locales destinados a la Justicia, a cárcel con calabozos e incluso viviendas que se alquilaban a personajes de tránsito por la ciudad o al mismo Gobernador. El edificio, en orientación  hacia la plaza, tenía dos plantas con aposentos que servían de viviendas a funcionarios y particulares. Este cuerpo de aposentos  era de una sola planta, techado de tejas sobre un cañizo cubierto de barro; en tanto, el edificio principal tenía dos corredores, uno alto y otro bajo que eran sostenidos por pilares de madera de quebracho o de algarrobo. En la planta baja, frente a la plaza, se abría el zaguán a cuya derecha se encontraba la Sala Capitular y la escalera de acceso a los altos. A la izquierda del zaguán se hallaba la cárcel de mujeres, el calabozo y la cárcel de españoles. Los pisos eran de ladrillo, las puertas y ventanas de madera de algarrobo que tenían una reja de hierro exterior.

     A este Cabildo le tocó afrontar graves dificultades y resolver situaciones de coyuntura como lo fue el pronunciamiento a favor de la Revolución. Los pliegos que daban cuenta de lo sucedido en Buenos Aires fueron recibidos el 10 de junio por el Alcalde Domingo de Palacio pero al ser una ciudad subordinada, se tuvo que esperar el pronunciamiento del Cabildo salteño, tras lo cual el de Santiago adhirió a la causa de Mayo en la sesión del 29 de junio, procediéndose a continuación a organizar la participación local que estuvo a cargo de Juan Francisco Borges quien se dio a la tarea de constituir el contingente de Patricios Santiagueños que luego se incorporaron al ejército nacional rumbo al escenario bélico del Alto Perú.

    Mientras, la ciudad se insinuaba como una cuadrícula regular con calles principales con casas con frente y veredas que remataban en palos con argollas a manera de palenques, insinuando esquinas, un frente se quebraba en dos, ochavado, modo argentino de rematar una esquina; las viviendas de dos plantas buscaban jerarquizar la morada de los principales ciudadanos. En este tiempo existían tres tipos de viviendas: el clásico rancho de paja con horcones  de laurel o algarrobo y varejones de sauce; otras con cimientos de canto rodado y paredes de adobe, techo de paja y barro y pisos de tierra y edificios con paredes de ladrillo, techos en tirantes de madera  cubiertos de tejas, pisos interiores (algunos) de baldosas cerámicas y exteriores (algunos) de cantos rodados.

    En tanto, la vida cotidiana seguía el  Protocolo Hispánico que incluía las Fiestas Patronales de Semana Santa y Corpus Christi, la Fiesta del Real Estandarte, Recepciones oficiales y Juramentos Regios que reunía a Cabildantes y vecinos en torno a la plaza principal. Respecto a la Fiesta del Estandarte Real, cada cabildo guardaba en custodia el Estandarte hispano y era usual que los santiagueños lo pasearan triunfalmente cada  25 de Julio en que se celebraba el Día del Apóstol Santiago. La población rendía homenaje al Estandarte con el repique de campanas, fuegos artificiales y un desfile encabezado por el Alférez Real acompañado de la Banda de Música y que recorría los alrededores de la plaza hasta la Catedral.

    Otras festividades eran la Ceremonia de Asunción al trono, el Onomástico del Rey y el Te Deum (expresión latina que significa ‘A ti, Dios’) que era una ceremonia de Acción de Gracias y que actualmente precede a los actos oficiales. También se practicaban juegos como la rayuela, el vuelo de barriletes, carreras de caballos, tabas y riñas de gallo. Éstas últimas, se realizaban en el reñidero, un círculo cuyo centro estaba alfombrado o con ripio y eran tan importantes que la familia podía pasar hambre por alimentar al animal para que pudiera ganar las luchas y recibir el dinero de las apuestas.

    Mg. Adriana Medina

    Cabildantes Santiagueños de 1810

    Domingo Palacio: Nacido en España, era hijo de don Joseph de Palacio y de doña Josefa de Ayendi. Llegó a la ciudad de Santiago del Estero a fines del siglo XVIII para asociarse en las actividades económicas junto a su tío Manuel de Palacio, quien poseía en estas tierras una importante trayectoria como comerciante. Para el año 1810 fue designado por votación como Alcalde de Primer Voto del Cabildo santiagueño, elección que había recaído sobre su persona en la sesión del 1º de Enero de ese mismo año.

    Desde este puesto administrativo, tras 8 días de haber sido electo tendría su primer roce político con una las principales figuras de la revolución en Santiago del Estero, Juan Francisco Borges, con quien mantenía un conflicto de antigua data por ciertas actitudes de este último que tenía fama de poseer una personalidad altanera y avasalladora. En efecto el Alcalde Domingo de Palacio elevaba un reclamo contra las autoridades militares santiagueñas por haber designado a Juan Francisco Borges como sustituto de la Comandancia de Armas en reemplazo de Cumulat.

    Desde su asunción y hasta el mes de Mayo de 1810 Palacio mantendría una conducta de fidelidad al rey Fernando VII de España, ordenando sea celebrada una misa en acción de gracias hacia su majestad tras la noticia de las invasiones napoleónicas sobre España,  celebración religiosa desarrollada durante el día 17 de Mayo. A esta altura del mes de Mayo, en Buenos Aires ya se respiraba cierto clima de tensión revolucionaria que estallaría entre los días 22 al 25.

    Producida la Revolución de Mayo, la Junta proclamada el día 25 emitirá un comunicado hacia las provincias, que llegaría a Santiago del Estero en fecha 10 de Junio, y que será recibida solamente por el Alcalde Palacio, el único cabildante que se encontraba en la ciudad por ausencia de los restantes integrantes de la Sala Capitular, quienes se encontraban supuestamente atendiendo asuntos particulares unos, y percibiendo rentas en el interior los otros. La recepción de la nota llegada desde Buenos Aires, motivó le silencio de Palacio ante su soledad, y espera emitir una resolución hasta estén de regreso los demás capitulares. Recién el día 25 de Junio determinará el Cabildo local reunirse para tratar el asunto, difiriendo resolución de importancia alguna hasta tanto tuviesen noticias y ordenes a seguir desde la gobernación de Salta, de la cual Dependía administrativamente Santiago del Estero. Pronunciándose favorablemente a la Revolución cuatro días más tarde, el 29 de Junio de 1810, informando que se elegiría un Diputado para integrar en Buenos Aires la Junta Grande.

    Hasta este momento el clima de tensión que se respiraba en Santiago llevaba a pensar que Palacio y sus seguidores se encontraban tramando un rechazo a la actitud revolucionaria y que se pronunciarían a favor de los realistas, lo que motivaría futuros conflictos con el coronel Juan Francisco Borges, quien era un entusiasta promotor de la Revolución al punto de donar una importante cantidad de dinero para vestir las tropas que de Santiago se unirían a las filas del Ejercito Expedicionario bajo el título de Patricios Santiagueños.

    El máximo punto de tensión llegaría en los primeros días del mes de Julio tras la elección de Diputado al Congreso recaído en la persona de Juan José Lami, perteneciente al bando de Palacio, y a quien Borges consideraba uno de los más reaccionarios a la Revolución. Borges reclamó ante la Junta la elección de Lami por considerarla manipulada por los elementos eclesiásticos a quienes éste no consideraba parte integrante de “lo más sano de la población”. La denuncia presentada por Borges tuvo eco en Buenos Aires y desde allí se ordenó realizar una nueva votación.

    Con posterioridad a estos polémicos sucesos, Palacio se pronunciará públicamente a favor de la Revolución de Mayo con una proclama en la cual invocaba sin amparos lograr abiertamente la libertad de los pueblos comprendidos dentro de la Revolución.

    Al tiempo que entregaba de su peculio una suma de dinero para aprovisionamiento y pertrechos para el Ejercito Expedicionario. Luego, hacia el mes de Octubre de ese mismo año recibirá en el Cabildo local a Castelli, delegado de la Junta Provisoria de Buenos Aires. Castelli, para evitar futuros conflictos, selecciona un número de personas que serán las futuras autoridades para el año 1811, al tiempo que sustituye a los electos anteriormente, sospechados de responder a fines contra-revolucionarios, por pedido expreso de Ortiz de Ocampo, encargado de las fuerzas militares llegadas desde Buenos Aires a la ciudad de Santiago del Estero.

    Finalmente, Domingo de Palacio presidirá la elección del 31 de Diciembre de 1810 donde se eligen las nuevas autoridades dispuestas por influencia de Castelli.

    Domingo de Palacio falleció el 17 de Enero de 1840. Años antes de morir había desempeñado otros cargos administrativos como Alcalde de Segundo Voto, Interventor de la Real Renta de Correos y Sub Delegado Interino de la misma institución.

    José Manuel Achaval: Era hijo del vizcaíno don Joseph de Achaval, llegado a Santiago del Estero hacia finales del siglo XVIII.

    Antes de 1810, José Manuel de Achaval ya había desempeñado cargos públicos precisamente en el Cabildo santiagueño, siendo uno de los principales opositores a la presencia de Borges en Santiago (año 1808), quien venía desde España con títulos honoríficos, que fueron rechazados por los cabildantes.

    En el año 1810 fue designado Alcalde de Segundo Voto, y participó de los sucesos locales de Mayo secundando el accionar misterioso y polémico al lado de Domingo de Palacio. Luego de Septiembre secunda todas las reuniones Capitulares junto a Palacio en pro de la Revolución.

    En su casa se hospedó el coronel Ortiz de Ocampo durante su presencia en Santiago del Estero.

    Años después desempeñó otras funciones públicas como Alcalde de la Santa Hermandad.

    Francisco Solano de Paz: ciudadano representativo de Santiago del Estero, en el año 1810 fue electo para el cargo Regidor Defensor General de Menores. Tuvo a su cargo el control de las recaudaciones en las postas del interior provincial para contribuir a las fuerzas expedicionarias, actividad que compartió junto con Domingo de Palacio. Igualmente fue el encargado de requisar las armas existentes en Santiago para ser dispuestas al  ejército patriota. Más tarde emprenderá por iniciativa suya la recolección y traslado de ganado desde los sitios de Maquijata (actual Villa La Punta) y Guasayan para abastecer de alimento y transporte a las tropas, recolectando en forma de donaciones reses, caballos y bueyes. Todas estas iniciativas nacidas de su persona le valieron la consideración de “persona honorable” en la nómina elevada por el coronel Ortiz de Ocampo a la Junta Provisional de Buenos Aires para ser tenidos como futuros pilares políticos del accionar revolucionario.

    Con posterioridad a los sucesos de Mayo de 1810 tuvo algunas participaciones políticas trascendentales, como haber concurrido a la elección del Presbítero Pedro León Díaz Gallo para Diputado al Congreso de Tucumán en 1816. En el año 1817 fue electo nuevamente para desempeñar tareas administrativas, correspondiéndole en este caso el cargo de Alcalde de Segundo Voto.

    José Antonio Aranda: De origen español, se encontraba ya en Santiago del Estero antes del año 1808 y ese año había formado parte del cabildo local, gozando del cargo público de Alcalde de Primer Voto y fue uno de los protagonistas, junto con Achaval, de la polémica sobre los títulos honoríficos de Juan Francisco Borges. Contrajo matrimonio en ésta con doña María Mercedes López de Velasco, de tradicional raigambre santiagueña. En ese mismo año desempeña otro cargo de importancia, el de Regidor Alcalde Mayor Provincial Propietario.

    Su actuación durante la Revolución de Mayo es prácticamente nula, pues se ausento de Santiago en ese mismo mes, partiendo rumbo al litoral con pretextos de atender unos asuntos personales, viaje que fue autorizado por el Cabildo el día 26 de Mayo de 1810.

    Para ese entonces detentaba aun el cargo de Regidor Alcalde Mayor Provincial. Las principales sospechas patriotas pesaban sobre él, incrementándose las dudas como consecuencia de su irascible carácter que lo llevaba a transigir sobre las autoridades cabildantes y los funcionarios que junto a él controlaban el territorio santiagueño. Tiempo después morirá fusilado como consecuencia de sus actividades realistas en la plaza principal de Santiago del Estero.

    Germán Lugones: Nació en el año 1766. En el año 1810 ocupaba el cargo de Alcalde de la Santa Hermandad, junto a Antonio Guerra. Lugones fue el encargado de esperar al Ejercito Expedicionario en el Portezuelo, en los límites con Córdoba, para acompañarlos hasta la ciudad de Santiago del Estero. Con posterioridad fue comisionado para recaudar las donaciones correspondientes a las localidades de Silípica, Soconcho y Loreto, comisión realizada en los primeros días del mes de Septiembre de 1810.

    Además de contribuir con mulas y caballos para el traslado del Ejército, entregó a su joven hijo Lorenzo Lugones para que formara parte del cuerpo de Patricios Santiagueños. Lorenzo Lugones continuó la carrera militar hasta ascender al puesto de Coronel, librando con gran protagonismo grandes batallas para los ejércitos patrióticos.

    Durante el año 1812 formó parte del Cabildo santiagueño con el puesto de Alcalde de Primer Voto.

    Entre los años 1815 y 1816 actuó activamente en busca de la autonomía santiagueña, primero solicitándola al Director Álvarez Thomas, y al año siguiente participando de los intentos revolucionarios de 1816 comandados por Juan Francisco Borges.

    Pedro Ignacio Urrejola: En el año 1810 poseía el cargo de Síndico Procurador General de la ciudad de Santiago del Estero.

    Urrejola participó en las reuniones fundamentales del Cabildo santiagueño, firmando el acta del 16 de Agosto de 1816 cuando se decide extraer los fondos destinados a la ayuda de España en su lucha contra Napoleón, para asignarlos al Ejército Expedicionario.

     Años más tarde, entre 1817 y 1818 volverá a cumplir funciones cabildantes, sin mayor trascendencia.

    Santiago de Palacio: Había nacido en el año 1784 y era hijo del comerciante español radicado en Santiago del Estero, don Domingo de Palacio y de doña Agustina Iramain.

    En el año 1810 fue designado para desempeñar el cargo de Regidor Alférez Real y en nombre de su madre realiza una donación de cuatro onzas de oro para el Ejército.

    Su actuación política trascendente vendrá tiempo después de realizada y afianzada la Revolución de Mayo. En el año 1815 se encontrará entre los partidarios de Borges por la autonomía local, al tiempo que desempeñaba funciones cabildantes, y reiterando su participación en la intentona revolucionaria del año 1816. Al año siguiente fue reconocido y condecorado por el General Manuel Belgrano por haber sido uno de personajes fundamentales que contribuyeron a la pacificación del pueblo santiagueño tras la fallida intervención revolucionaria en que él mismo participó y que finalizó con el fusilamiento en la localidad de Santo Domingo (actual Departamento Robles) del coronel Juan Francisco Borges.

    Posteriormente regresó a su actuación de fiscal y avezado en materia judicial al ocupar los cargos de Alférez Nacional y Promotor Fiscal (año 1819).

    Su actuación se prolongaría en el tiempo  aún más. Entre 1826 y 1831 ocupa en reiteradas oportunidades el cargo de Gobernador de Santiago del Estero y luego de Diputado y Presidente de la Legislatura santiagueña.

    Pedro José Lami: De origen santiagueño, nació en el año 1779, era hermano del malogrado Diputado electo a la Junta Grande Bachiller Juan José Lami. Era hijo de don Pedro Lami y de doña Inés Bravo de Rueda Suasnabar.

    En el año 1810 desempeñaba el cargo de Regidor Llano en Santiago cuando se produjo la Revolución de Mayo. Participa de las reuniones del Cabildo local desde el día 25 de Junio, fecha en que se resuelve diferir la una postura con respecto a la Revolución hasta tanto se conocieran las noticias que sobre el particular tomara Salta.

    Con posterioridad formó parte del conclave que solicitaba ante el Director Supremo Álvarez Thomas la autonomía santiagueña (año 1815). Hacia 1816 fue designado Diputado de Comercio por el Curato o Partido de Copo; en ese mismo año fue electo Síndico Procurador de la ciudad de Santiago. Continuó en la función pública, hasta donde se conoce información sobre su persona, sabiéndose con certeza que para el año 1818 había actuado como delegado del Cabildo, elevando los resultados de un censo agropecuario realizado por él en el Curato de Silípica.

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